Los tránsitos de Venus son muy consultados por quienes tienen como referencia el hecho de que Afrodita, la representante del amor, es la que con su título astrológico de "benéfico menor", dispensa tantos motivos de alegría y algunas penas por desamor también.
Entonces, por qué no siempre somos felices?
¿Donde se esconde la diosa cuando nos duele el desamor?.
Según el tipo de astrología que se prefiera, y el tipo de astrólogo al que se consulte, una persona puede obtener distintas respuestas:
Que su Venus de nacimiento está mal aspectada;
que tiene una oposición de Saturno;
que una cuadratura de Neptuno,
...y así sucesivamente, hasta inocular en la psique del consultante, que su vida será de una terrible desdicha sin otro mensaje que digerir un capricho, o lisa y llanamente la maldad del destino.
Otros dirán que, por más que las cosas hayan ido mal, todo será un derroche de algarabía cuando Júpiter (el benéfico mayor), se encuentre con la estela perfumada del planeta venusino, para devolvernos la fe en el amor, incrementar el dinero, los bienes, conocer a una nueva pareja, y todo tipo de bendiciones y cosas que consideremos de valor.
Sin que ninguna de las posiciones antedichas sea por completo errónea, quizá faltaría una tercera que en lugar de quedar en hechos, nos ayudara a ver la raíz del problema por el cual, cada tanto (mucho, poco o más o menos), sufrimos en las relaciones que entablamos en los distintos ámbitos de nuestra vida: en el amoroso, el comercial, el social, el grupal, el familiar, etc.
En dicho caso, no existe algo así como un hado nefasto para unos, que en cambio se abre próspero y glorioso para otros; sino tal vez, la herencia de determinadas afirmaciones inconscientes a nuestro "manual de valores"; esos enunciados que, como su nombre lo indica, escapan totalmente a la consciencia, y que sin embargo creemos poder atisbar con el rabillo del ojo, o tan sólo con hacer algún tipo de esfuerzo mental.
Suele ocurrir que al darnos las explicaciones pertinentes, -y ante una disolución, una separación, el cansancio, el aburrimiento, la infidelidad, las ganas de una aventura, y demás yerbas amorosas-; creamos que son suficientemente profundas y reveladoras, y de gran ayuda como si fueran "gotas de flores de Bach" procesadas de un sesudo examen de nuestro lugar "del fondo".
Todo lo oído por ahí, escuchado de algún profesional desprevenido y fuera de contexto; de la interpretación que un analista le hizo a una amiga, del libro de "interpretación de los sueños y los deseos", o de recetas caseras que hemos recopilado a lo largo de los años provenientes de experiencias ajenas, se transforma entonces para nosotros, en ese inconsciente revelado que sin embargo, sigue ocultando a nuestra consciencia, la esencia de una verdad más profunda. De este modo, poco a poco vamos tomando "prestados" determinados conceptos, sin saber que es aquello que nosotros consideramos bello, bueno, importante para nuestro corazón, y necesario para nuestro ser espiritual.
Quizá hayamos interpretado el mensaje de "dar para recibir" como si fuera un trueque: "yo te doy, vos me das"; y es así como a través de las sucesivas retrogradaciones de Venus, se nos pone a prueba para que nos conectemos con la esencia de todos esos mensajes que nos han conminado a realizar determinadas uniones, o apoyar cierto tipo de vincularidad que no nos trae demasiadas satisfacciones.
Lo que hará la diosa del amor y la armonía, es ver la cara oculta del corazón, pasando vistas al lado "B" de aquellos dictados que han condicionado nuestras elecciones amorosas; y que quizá contengan afirmaciones tales como que "amar es sufrir"; que” el amor a sí mismo es egoísmo"; que "el amor es sinónimo de sacrificio", o que "yo no soy nadie/soy poca cosa/poco valioso... para merecer cosas buenas". Venus pudo haber almacenado en nuestra memoria, golpes, insultos, tratos tensos, infidelidades y todo tipo de problemática sexual y amorosa, en la que inconscientemente caemos cada vez que nos asociamos a otra persona: nos gritan, nos tratan mal, nos mienten, son demasiado individualistas o demasiado absorbentes.
Enojados con este yugo, al momento de que Venus decida ir hacia atrás en sus pasos, lo más probable es que queramos deshacernos de algo que comenzamos a considerar "feo" o "no deseable", para salir a buscar un objeto más lindo, mejor, más brillante, más llamativo, excitante y estimulante que nos de el tan ansiado placer al instante; sin contar con que los cambios que se nos piden, no están en un simple reemplazo superficial, sino en el fondo de nuestro ser.
Es por este motivo que durante el período en que Venus retrograda, la astrología tradicional aconseja no finalizar ni comenzar relaciones nuevas: estamos en pleno tiempo de evaluación, en donde se está llevando un sutil proceso de alquimia en un absoluto y misterioso silencio; y aunque no veamos ningún tipo de resultado, nada sucederá a nivel de toma de consciencia, al menos hasta que Venus haya retomado no solo a su ritmo normal, sino que haya terminado de recorrer de ida y de vuelta, los grados revisados.
Si no nos apresuramos a mirar con dureza a nuestras relaciones actuales, es posible que al finalizar el tránsito tengamos mucho más en claro que significa una UNIÓN, y que se haya diluido alguno de los decretos que internamente nos hacen infelices con los demás.
Una unión patrocinada por Venus, es algo que se produce tranquila y naturalmente por la fuerza de la atracción; sin embargo la atracción no contiene chisporroteos de cosa "prohibida", ni se trata de "pasión".
El principio del que Afrodita nos habla, tiene que ver con eso que es contrario a querer unir agua y aceite; pero que en cambio une, mansa y tranquilamente, sumándose a nuestra vida para transformarla en algo superior, más completo y más perfecto.
El significado de unión que este planeta representa, es ese círculo del espíritu, que crece y se perfecciona como alimento para nuestra esencialidad, incorporando a nuestra experiencia, la posibilidad de vivenciar el otro lado del espejo en este período retrógrado.
Autor: Gabriela Borraccetti