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LA PRINCESA DE EBOLI...

A Doña Ana de Mendoza de la Cerda, princesa de Éboli, condesa de Melito y duquesa de Pastrana, se la reconoce rápidamente, no ya solo por sus intrigas palaciegas o por la influencia que tuvo en la corte de Felipe II, sino por el parche que lucía en su ojo derecho.
Esta mujer, de alta alcurnia, nace en el seno  de una de las familias españolas más poderosas de la época: Los Mendoza, y a la corta edad de doce años es casada con Ruy Gómez de Silva y Toledo, príncipe de Éboli, del que tuvo nada menos que diez hijos.
Doña Ana fue una de las mujeres más influyentes y con más talento de su tiempo y tras la prematura muerte de su marido, se hace cargo del amplio patrimonio familiar.
A pesar del parche que le cubría el ojo, Doña Ana gozaba de una gran belleza.
¿Qué le ocurrió en el ojo?
Este punto no está del todo claro.

Aunque algunos apuntan a que lo perdió durante su infancia mientras practicaba esgrima con un florete otros, en cambio, sostienen que no era tuerta, sino estrábica o con algún tipo de dolencia ocular.
Según el doctor Enrique Santos-Bueso, del servicio de Oftalmología del Hospital Clínico Universitario San Carlos, de Madrid, determinó que su afección puede tratarse de un traumatismo inciso con ojo abierto o de un traumatismo contuso sin perforación.
Las intrigas
Como no podía ser de otra manera, gracias a su alta posición, mantuvieron buenas relaciones con el rey Felipe II de España, siendo amiga personal de la esposa de este, Doña Isabel de Valois.

Algunos historiadores creen que pudo mantener relaciones con Felipe II, más allá de la amistad, pero no hay datos claros al respecto.
Con quién sí que mantuvo un idilio fue con Antonio Pérez, secretario personal de Rey.

El ambicioso secretario jugaba con las tensas relaciones que mantenía  Felipe II con su hermano, Don Juan de Austria, a la vez que mantenía contactos, traidoramente, con los rebeldes de los Países Bajos y esto le costó muy caro.
Aparece en escena un nuevo personaje: Juan de Escobedo. Este insigne hombre era el secretario de Don Juan de Austria, hermano del Rey como hemos comentado antes.

Juan de Escobedo descubre el romance que mantienen, desde hace ya tiempo, la Princesa de Éboli y Antonio Pérez. 
Al ser descubierto y ante el temor de que sus secretos fueran descubiertos y que pudiera ser acusado de traición por sus  graves traiciones políticas, ordenó la muerte de Juan de Escobedo, quien pereció a estocadas en Madrid el 31 de marzo de 1.578.
Debido a estos hechos y pasado un año desde el asesinato de Juan de Escobedo, tanto Antonio Pérez como Doña Ana de Mendoza, son arrestados y encerrados, de forma independiente.

Antonio Pérez consiguió huir.
La princesa de Éboli sufrió el encierro en el Torreón de Pinto, se le quitó la tutela de sus hijos y la administración de sus bienes.


Más tarde sería trasladada al Palacio Ducal de Pastrana, donde pasaría sus últimos días, hasta 1.592, año en que falleció.
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