SATURNO
Saturno está relacionado con la fuerza de voluntad, la responsabilidad, la
concentración y la constancia. Simboliza el sentido del deber de la persona y
su actitud frente a las normas establecidas por la sociedad. Prevalece lo
material sobre lo espiritual. Saturno tarda alrededor de dos años y medio en
recorrer cada Signo del zodiaco. El Signo en el que se encuentra Saturno en el
mapa natal indica las cualidades que a la persona le cuesta más expresar y
desarrollar, dónde encontrará dificultades y deberá esforzarse más. Saturno es
el planeta más lejano del sistema solar visible para el ojo humano.
Como tal, representa los límites, donde se
encuentran los mayores desafíos y las lecciones que nos costará más aprender.
Este planeta mostrará las restricciones de los sistemas rígidos. Esto está
relacionado con los padres, las autoridades y las reglas. Saturno trae la
fuerza mediante la autolimitación, la disciplina y la planificación. Como
Saturno tarda casi 30 años en recorrer la órbita alrededor del Sol, estará en
cada Signo durante unos dos años y medio. Por tanto, Saturno en un Signo
representará las influencias culturales, autoritarias y las modas en la
sociedad.
Mostrará también la influencia de la sociedad al
individuo y dónde están los mayores esfuerzos para construir estructuras
duraderas en la sociedad. La posición de Saturno en Casa revelará dónde vas a
experimentar los mayores desafíos y limitaciones. Ésta es un área que ocupará
buena parte de tu tiempo. Por mucho que intentes evitar el compromiso, las
circunstancias te forzarán a superar tus miedos y a ser un experto en este
campo. Los aspectos que forma Saturno se referirán a áreas de tu personalidad
en donde sentirás falta de confianza. En estas áreas te sentirás tímido,
reprimido, frustrado y con deseos de que los demás reconozcan tu valía. En
principio, llegarás a tener confianza en ti mismo e independencia en las áreas
en que Saturno te afecta después de haber cumplido los treinta años.
En el cuento de La Bella y la Bestia parece apropiado y lógico que la Bestia,
con toda su fealdad, severidad y aspecto atemorizante, se convierta al final en
el Príncipe Azul y se case con la heroína. Esta sensación de que sucede lo
apropiado es el efecto característico de los cuentos de hadas ya que su esencia,
así como la de los mitos, es una representación simbólica de los valores del
inconsciente colectivo de la humanidad.
Aparentemente inocentes, resultan poseer una
cualidad de convincente familiaridad. Por debajo de las diferencias culturales,
responsables de los detalles superficiales de estas historias, se encuentra ana
simplicidad de argumento y personajes, ya que estos representan las
experiencias psíquicas del hombre, el esqueleto de su vida subjetiva. Siempre
hallamos al mismo príncipe, la misma hermosa princesa, el mismo gigante
tontorrón y el mismo tesoro enterrado. La Bestia siempre representa la cara
oscura del Príncipe Azul. Esta paradoja parece ser una faceta obvia de la vida,
fácilmente aceptada cuando se encuentra en los mitos, los cuentos de hadas y
otros tipos simbologías como, por ejemplo, muchos temas religiosos. Sin
embargo, esta dualidad no parece haber impregnado en absoluto la mentalidad
astrológica moderna. Todavía se habla de planetas maléficos son completamente
malos, y planetas beneficiosos, que son completamente buenos. Incluso cuando se
permite algo de ambigüedad, algo de gris entre el negro y el blanco, sigue
siendo muy poco. Todavía existe una cualidad llana y bidimensional en muchas de
nuestras interpretaciones astrológicas del tema natal. Asimismo, se observa una
tendencia a interpretar la carta astral en base a los parámetros morales de la
sociedad, de tal forma que se habla de cartas honestas o deshonestas, aspectos
morales o inmorales y comportamiento positivo o negativo. En la astrología
hemos perdido muchas de las sutiles paradojas que están contenidas en este rico
sistema de símbolos.
El más maligno de todos los símbolos astrológicos
es Saturno, al que comúnmente se le reconoce su aspecto de la Bestia, pero cuya
faceta de Príncipe Azul suele pasarse por alto. Sin embargo, si falta alguna de
estas dos caras, el símbolo no puede comunicar su significado y la
interpretación sólo ofrece al individuo un valor demasiado simple y
bidimensional. Saturno simboliza tanto un proceso psíquico como un tipo de
experiencia. No representa únicamente el dolor, la restricción y la disciplina,
sino que también es un símbolo del proceso psíquico, natural en todos los seres
humanos, gracias al cual el individuo puede aprovechar sus experiencias de
dolor, restricción y disciplina para obtener una mayor conciencia y plenitud.
La psicología ha demostrado que, dentro de la psique humana, existe un motivo o
impulso hacia la totalidad, hacia la plenitud. Dicho estado de totalidad se
simboliza mediante el llamado «arquetipo del yo-mismo».
Este no sugiere una perfección en la que sólo se
tienen en cuenta los aspectos buenos del hombre, sino que implica una totalidad
en la que cualquier cualidad humana ocupa su lugar y encaja armoniosamente con
el todo. Dicho arquetipo está presente en el simbolismo de muchas religiones
así como en el folklore y en los cuentos de hadas de cualquier civilización, en
cualquier época de la historia. Intrínsecamente, siempre se trata de lo mismo,
a pesar de que el aspecto externo varíe a medida que el hombre se desarrolla.
El proceso psíquico simbolizado por Saturno parece estar relacionado con la
realización de la experiencia interna de plenitud del individuo. Saturno
representa el valor educativo del dolor y la diferencia existente entre los
valores externos (los que se adquieren de los demás) y los internos (aquellos
que hemos descubierto dentro de nosotros mismos).
El papel de la Bestia es un aspecto necesario del
significado de Saturno ya que, como sucede en el cuento, sólo cuando se ama a
la Bestia por si misma puede desaparecer el hechizo y convertirse en el
Príncipe Azul.
En la astrología tradicional Saturno es un planeta
maléfico. Hasta sus cualidades son más bien sombrías: autocontrol, tacto,
parquedad, precaución. Sus vicios son particularmente desagradables ya que
operan a través de la emoción que llamamos «miedo». No tiene ni la elegancia de
los planetas exteriores ni las características humanas de los planetas
personales.
Por lo general, se le considera carente de sentido
del humor así como el causante de las limitaciones, frustraciones y penurias.
Representa la abnegación, e incluso su aspecto más brillante se asocia con la
sabiduría y autodisciplina del personaje que trabaja con ahínco y que jamás
comete la atrocidad de reírse de la vida. Según su posición en los signos y las
casas. Saturno representa aquellas áreas de la vida en las que el individuo
podrá ver frustrada su expresividad y donde encontrará mayores dificultades. En
muchos casos. Saturno parece estar relacionado con las circunstancias dolorosas
que, a primera vista, no están causadas por ningún fallo o debilidad por parte
de la persona, sino que sencillamente «suceden», por lo cual el planeta ha
obtenido el título de «Señor del Karma». Esta calificación más bien deprimente
sigue enganchada a Saturno a pesar de que una de las enseñanzas más antiguas y
persistentes lo denomina «El dueño del Umbral», el guardián de las llaves, a
través del cual (y sólo a través de él) podremos obtener la libertad mediante la
comprensión de nosotros mismos. Las experiencias frustrantes relacionadas con
Saturno son, obviamente, tan necesarias como educativas, en un sentido práctico
y psicológico. Ya sea en terminología esotérica o en psicológica, el hecho
básico permanece inalterable: los seres humanos únicamente se ganan el libre
albedrío a través del descubrimiento propio y éste no se produce hasta que las
cosas se ponen tan feas que no hay otra salida.
A pesar de que muy pocos astrólogos considerarían a
Saturno un alegre compañero de cama, por lo general se reconoce, aunque de mala
gana, la necesidad de la experiencia saturnina, Sin embargo, no se suele
aceptar que puede haber felicidad en dicho tipo de experiencia. Todo aquel que
disfruta de su propio dolor es considerado un masoquista. Sin embargo. Saturno
no fomenta un disfrute del dolor sino un regocijo de la libertad psicológica.
Normalmente, esto no se acepta, ya que poca gente lo ha experimentado. Todos
hemos sugerido alguna vez los desengaños, retrasos y angustias que suelen
coincidir con una fuerte influencia de Saturno. Sin embargo, a la pregunta de
¿qué significan dichas experiencias y cómo se les puede sacar provecho? no
existen demasiadas respuestas, a parte del consejo típico de paciencia y
autocontrol. Cuando no se contesta "¡suerte!", algo totalmente
inservible, se dice, de forma igualmente inútil, que estas experiencias son
causadas por el karma individual, la terminación actual de una acción o ciclo
iniciado en alguna encarnación anterior, y que lo mejor es aguantar los
desengaños apretar los dientes, no hacer nada, tener fe y, de esta forma, pagar
las deudas y hallar el sendero hacia la luz. Incluso a los astrólogos que
permiten una cierta libertad en el desarrollo del ser humano les resulta
difícil aconsejar algo sobre Saturno, a parte de tener paciencia, calma y una
actitud positiva. Quizás lo que Saturno y nuestras psiques nos piden es que
intentemos preguntamos por qué, al igual que Parsifal cuando se encuentra en el
castillo encantado y ve el Santo Grial.
Es posible utilizar cada retraso, desengaño o miedo
como un medio para profundizar en los misteriosos mecanismos de la psique, y
aprender gradualmente, a través de todas estas experiencias, a percibir el
significado de nuestras propias vidas.
Una gran parte de lo que sucede en el interior de un ser humano permanece en el
terreno de lo desconocido, y no se trata únicamente de las emociones
reprimidas. El nivel periférico que Freud exploró no es más que el comienzo del
mundo inconsciente. El hombre crea su mundo constantemente según el tipo de
pensamientos que genera, produciendo una realidad que no es más que la
expresión externa de estos. Las experiencias con las que un individuo se
encuentra, son atraídas hacia su vida de forma misteriosa por el poder creativo
de su propia psique y, aunque no comprendemos plenamente el mecanismo
sincrónico de reflexión entre lo interior y lo exterior, sabemos que tiene
lugar en todos los individuos. No hay más que observar a una persona en proceso
de desarrollo para ver que las circunstancias externas a su vida siguen siempre
el modelo de los cambios psíquicos que atraviesa.
Ella no está creando conscientemente dichas
circunstancias pero sí su yo más amplio, la totalidad de su psique, que es la
energía dinámica responsable del desarrollo del individuo. Si éste no se
esfuerza en expandir su conciencia de tal forma que pueda comprender la
naturaleza de su desarrollo total y pueda comenzar a cooperar con él, entonces
se sentirá como una víctima del destino y no podrá controlar su vida.
Únicamente podrá alcanzar su libertad aprendiendo más de si mismo y
comprendiendo la influencia de una experiencia en particular en el desarrollo
de la totalidad de su yo. Y no hay nada como la frustración, el regalo de
Saturno, para incitar al hombre a realizar este tipo de exploración. La mayoría
de nosotros no ha alcanzado el nivel en el cual las densas moléculas de la
materia se mueven a las órdenes de nuestros pensamientos. Además, se suele
desmentir vehementemente las experiencias o la existencia de los que han
alcanzado este nivel de evolución. Al no considerarles como maestros que
expresan lo que existe potencialmente en todos nosotros, se les concede el
dudoso honor de ser unos caprichos de la naturaleza a los que las religiones
del mundo han otorgado la precaria función de explicar nuestros pecados a Dios.
La mayoría de la gente observa que sus acciones les vuelven en forma física a
través de canales indirectos, los cuales suelen ser por culpa de terceros; o en
forma de circunstancias favorables que atribuimos a la agudeza de nuestro
intelecto consciente; o mediante enfermedades o accidentes que son debidos al
azar, a la mala suerte, a las bacterias o a una dieta pobre. Todos estos son
los canales por los que llega la experiencia de Saturno, a parte del suyo
favorito: la soledad. Generalmente, estas experiencias resultan más difíciles
de lo necesario y se descubre muy poco del significado o del valor interno de
la experiencia. Sólo se gana precaución y sabiduría. No hay nada más odioso que
tener que aceptar la responsabilidad de nuestros actos y nuestro sino, a pesar
de que el hombre quiera creer desesperadamente que es libre. En caso de que se
acepte la responsabilidad, se la suele colorear de negro y llamar pecado, lo
cual conlleva una actitud igualmente inútil.
El mero deseo de eliminar un problema y la comprensión de las causas
superficiales de su existencia no van a hacer que el problema desaparezca,
especialmente si no se trata realmente de un problema sino de un intento, por
parte de la psique más interna, de alcanzar un equilibrio o un punto de vista
más amplio. El inconsciente del individuo siempre lucha para obtener plenitud e
integración y utilizará cualquier canal que el hombre consciente ponga a su
disposición. El verdadero sufrimiento surge cuando sus ideas conscientes de lo
que es correcto o apropiado entran en conflicto directo con el camino que
inconscientemente ha escogido, apareciendo entonces un dolor penetrante y una
sensación de futilidad y de falta de objetivos.
Mucha gente vive en un callejón sin salida ya que,
sea lo que sea lo que busquen en la vida, en el último momento siempre hacen
algo que destruye el sueño antes que se cumpla. Esta capacidad de destrucción
está a menudo relacionada con el miedo y el sentimiento de culpa, lo cual es un
aspecto de la expresión de Saturno. Con la misma frecuencia, detrás del miedo y
la culpa se esconde otro propósito probablemente más sabio y significativo que
el escogido por el hombre consciente. Normalmente, sólo se ve la destrucción. Se
le suele llamar «El Mal» y ha sido personificado en la imagen de Satán, el cual
está obviamente muy relacionado con Saturno, si nos fijamos en las pezuñas y
cuernos de la Cabra de Capricornio. Dicho conflicto entre el consciente y el
inconsciente, la luz y las tinieblas, no es ni bueno ni malo, sino necesario
para el crecimiento, ya que de él puede surgir la integración y una consciencia
más amplia. La dualidad que encontramos al traspasar el umbral de la
consciencia suele ser bastante incómoda, debido a que siempre olvidamos que
cualquier objeto que está en la luz proyecta siempre una oscura sombra. Dios y
Satán, tengan o no una existencia objetiva, están definitivamente presentes en
la psique del hombre en forma de impulsos, pero no son lo que aparentan. No
existe un método rápido y sencillo para hacerse amigo de Saturno. En muchos
aspectos, el antiguo arte de los alquimistas se dedicaba a esto, ya que la
materia prima de la alquimia, en la que podía encontrarse oro, se llamaba
Saturno y, a parte de existir en forma concreta, representaba también al
alquimista. La psicología moderna, cada vez más paralela al sendero de los
alquimistas, también intenta descubrir cómo hacemos amigos de Saturno, aunque
para ello utilice otra terminología. Pero si se es constante, se puede extraer
oro y, si se hace un esfuerzo, se llega a ver que, a pesar de todo. Saturno
tiene su sentido del humor cuando somos lo suficientemente sutiles como para
comprender su ironía.